El Manchester United lleva años inmerso en una dinámica autodestructiva que ha afectado tanto a su desempeño en el campo como a su estabilidad institucional. La llegada de Rúben Amorim, técnico portugués conocido por su capacidad de liderazgo y visión estratégica, parece haber encendido la chispa de un necesario cambio de rumbo. Amorim no solo busca mejorar los resultados deportivos, sino también reconstruir un vestuario cargado de nombres que no terminarán de encajar en su idea de juego.
El entrenador luso tiene claro que para construir un proyecto ganador necesita un grupo de jugadores que se alineen con su filosofía. Esto implica deshacerse de piezas que no contribuyen al colectivo, tanto por falta de rendimiento como por el peso de sus contratos. Tal y como se cuenta desde del diario Marca, figuras como Casemiro, Antony, Eriksen o Maguire estarían en el punto de mira para abandonar el club, ya que su aportación no justifica los elevados salarios que perciben. Incluso Marcus Rashford, un ícono del equipo, podría ser transferido si llega una oferta que satisfaga a la directiva.
Amorim tiene en mente sacar muchos jugadores
Sin embargo, el gran desafío para el United no es solo identificar a los jugadores transferibles, sino encontrar compradores dispuestos a asumir sus fichas. La combinación de un rendimiento por debajo de las expectativas y contratos desorbitados ha creado un cuello de botella que dificulta la revolución que Amorim tiene en mente.
El United necesita urgentemente cerrar este ciclo de errores para volver a ser un club temido en Europa. Con Amorim al mando, los 'Red Devils' podrían sentar las bases de un proyecto más sólido y ambicioso. Pero para ello, primero deben limpiar las sombras que han lastrado al equipo durante los últimos años.